La época
El proceso de Romanización en la Península Ibérica supuso un importante cambio en los hábitos y costumbres de sus habitantes, adoptándose en los territorios conquistados los modos de organización política, social y cultural de Roma.
La romanización de este extenso territorio se produjo gracias al desarrollo de la vida urbana, el uso del latín, el derecho romano, el establecimiento de una extensa red viaria con más de 10.000 kms. de vías que comunicaban todos los territorios conquistados. Y el florecimiento del comercio de salazones, minerales, vino y aceite, que hicieron que las provincias hispanas fueran de las más prósperas del Imperio.
En la Península Ibérica, la romanización fue más intensa en el sur y en el este, con dos fases bien diferenciadas: la primera, de conquista del territorio, que comienza con la II Guerra Púnica (216-206 a.C.) y concluye a finales del siglo I a.C.; y la segunda fase, de asimilación cultural, a través de la colonización de territorios y el nacimiento de las grandes ciudades que servirían como elementos de cohesión geopolítica. Y cuya secuencia temporal se extendería desde el siglo I hasta principios del siglo V de nuestra era.
El enclave
Yacimiento romano que se corresponde al tipo denominado villa rústica, que se define como una explotación agraria típica de época romana. Por lo general, contaba con una zona monumental o señorial donde habitaba el propietario y una zona de servicio destinada a la mano de obra adscrita a la explotación. Este tipo de instalaciones constituye el elemento básico para la romanización del interior de la Península Ibérica.
La villa de los Torrejones se sitúa en un extenso llano, provisto de tierras fértiles, bien abastecidas de agua y dedicadas principalmente a la plantación de la vid y el olivo, y por tanto a la producción del vino y el aceite. Se mantuvo en explotación desde el siglo I a.C. hasta el VI de nuestra era.
Los materiales arqueológicos procedentes de este yacimiento son muy abundantes y de gran riqueza: bajorrelieves en mármol, restos de estatuaria, monedas, cerámicas, mosaicos, bronces y estucos pintados policromos. La riqueza de estos materiales viene a indicar la importancia de esta villa, cuya extensión se cifra en unas 200 hectáreas.
El poblamiento romano del término municipal de Yecla, se completa con la existencia de otras cuatro villas rústicas: El Pulpillo, Marisparza, Casa de la Ermita y Fuente del Pinar; a las que hay que añadir dos emplazamientos más: Casas de Almansa y Casa de las Cebollas, que responderían al tipo mansio, es decir, un punto de parada (equivalente a una venta) junto a la vía romana, en este caso el trazado de la Vía Augusta que unía por el interior Játiva con Cádiz, y que se corresponde, a su paso por el territorio de Yecla, con la actual Traviesa de Caudete. La ocupación de estos emplazamientos se establece entre los siglos I a.C. hasta el siglo IV d. C.