Estoy pensando que hoy hemos disfrutado de una mañana placentera de caminata y charra con un grupo de entusiastas de la historia de nuestro pueblo y que forman parte de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de nuestra ciudad. Hemos hecho la ruta: «De El Pulpillo a la Magdalena. Azorín y la Arqueología«.
Nuestra petensión ha sido disfrutar del paisaje con la Voluntad de Azorín como argumento y la historia que éste contiene como telón de fondo. Solo una nota negativa durante el transcurso de la misma y hacia la mitad del recorrido. La última de las fotos que se inserta es testigo de ello. A quién corresponda, que ponga remedio.
«Desde lo alto de las Atalayas, el campo del Pulpillo se descubre infinito. A lo lejos, en lo hondo, la llanura – amarillenta de los barbechos, verde en los sembrados, negras en las piezas labradas recientemente – se extiende adusta, desolada, sombría. En perfiles negruzcos, los atochares cortan y recortan a cuadros desiguales el alcacel temprano. Los olivares se alejan en minúsculas manchas simétricas hasta esfumarse en las estribaciones de los terrenos grises, Y aquí y allá, desparramadas en la llanura, resaltantes en la tierra uniforme, lucen blanquecinas las paredes de casas diminutas.» (José Martínez Ruiz.. Azorín. «La Voluntad» (1902).
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